Cualquiera sea su forma de expresión, la sexualidad es ante todo una experiencia enriquecedora. Pero el paradigma tradicional de la penetración puede representar una visión muy condicionada y limitada de lo que debe ser la sexualidad conduciéndonos a una vida sexual limitada y repetitiva. Sentir el placer de los sentidos en su totalidad no implica necesariamente el acto de penetración…
De la serie de entrevistas realizadas por Élise Di a Christian de La Casa Dorada.
ÉLISE: ¿El sexo sin penetración es realmente sexo?
CHRISTIAN: Cualquiera sea su forma de expresión, la sexualidad es ante todo una experiencia enriquecedora. Durante una reunión íntima, entre dos personas (o más), entra en juego toda una química. Una química que se adapta perfectamente a nuestra salud física y mental.
Gracias a la secreción de hormonas del bienestar (oxitocina, serotonina, dopamina), nuestro cuerpo, como un laboratorio farmacéutico, compensará cualquier carencia, exactamente donde la necesitemos. Es gracias a las caricias, los besos, la sensualidad en general que este mecanismo se pondrá en marcha. Con o sin penetración, la sexualidad es fuente de beneficios y vitalidad.
Además, la sexualidad se trata de sentirnos plenamente, presentes y atentos a los mensajes que nos envía el cuerpo. Muchas veces estamos en un 90% en la mente y muy poco conectadxs con nuestro cuerpo. Sentir el placer de los sentidos en su totalidad no implica necesariamente un acto de penetración.
Para los hombres, la satisfacción sexual pasa por tener un orgasmo que casi siempre va acompañado de la eyaculación.
Es una cadena: exceso de energía – penetración – orgasmo – eyaculación.
Es necesario tener en cuenta que la penetración no tiene por qué ser un pene entrando en una vagina. Los dedos, la lengua, los sextoys pueden intervenir en una penetración. Puede ser vaginal, pero también anal u oral y en este caso, tanto el hombre como la mujer, pueden ser el/la penetrador/a o el/la penetrado/a.
El paradigma tradicional de la penetración puede representar una visión muy condicionada y limitada de lo que debe ser la sexualidad y que inevitablemente conduce a una vida sexual limitada y repetitiva.
Con frecuencia las cosas cambian al terminarse el período de «luna de miel» (los primeros 3-6 meses de una relación en la que experimentamos la fase de éxtasis sexual mutuo). Puede terminar ocurriendo que veamos a la otra persona como un canal para liberar la tensión, y dejamos de honrarla, usándola.
Las mujeres se cansan de la sexualidad «friccionada» y muchas veces, no se atreven a decírselo a sus parejas porque no han sido educadas para expresar sus deseos y necesidades.
Poco a poco, hacemos poco o nada el amor y las mujeres se cansan de la sexualidad «friccionada».. ya no quieren seguir viendo el mismo final de la película que han visto ya miles de veces.
La mujer vive este acto implícitamente aceptado sin poder dar su opinión o su consentimiento. No hay un «SI» claro de su parte para ser penetrada. Y muchas veces no se atreve a decírselo a su pareja porque no ha sido educada para expresar sus deseos y necesidades.
Asimismo, muchos hombres no han sido educados para tener otras fuentes de placer que no sean la penetración y la eyaculación.
El sexo sin penetración requiere afinar la escucha y la creatividad.
Y no se puede juzgar a los unos, ni a las otras. Una vez más, esta es la nueva educación que debe darse. Vivimos en una sociedad donde la educación sexual está sesgada por un enfoque muy limitado que proviene de la familia y de la escuela, y que con demasiada frecuencia se recibe de las películas pornográficas.
En un acto de penetración intensa, a menudo uno se deja llevar, dirigir, abrumar por la energía sexual. Estamos menos atentos a los mensajes sutiles que nos envía el cuerpo.
Y es en la práctica del sexo sin penetración donde puede residir un nuevo aprendizaje del placer. Donde la sensualidad, en sentido estricto, está en el centro del encuentro. Entonces estamos escuchando el discurso del cuerpo y los deseos recíprocos. El sexo sin penetración requiere escuchar, ser más creativo y más inventivo.
ÉLISE: ¿Quizás el problema también radica en el hecho de que la sexualidad no se vive de la misma manera para un hombre que para una mujer?
CHRISTIAN: ¡Por supuesto! La mujer moderna a menudo desea mantener su vagina como un lugar sagrado. Ya no entra en la sexualidad sólo porque el hombre lo pide. Necesita ser querida, sentirse honrada, no utilizada.
Por su parte, los hombres suelen tener que lidiar con una emergencia, una necesidad imperiosa de aliviar la tensión, lo que les deja poco espacio para tomarse su tiempo para honrar a la mujer, desearla de verdad.
Para los taoístas, la energía sexual no fluye de la misma manera para hombres y mujeres. Para las mujeres, va desde el corazón a los genitales, mientras que para los hombres va desde los genitales al corazón.
Por eso es importante que lxs integrantes de la pareja sean conscientes y tengan en consideración esta inversión de flujos. Depende del hombre tocar el corazón de la mujer, y de la mujer no renegar de la presión que siente el hombre.
Hasta que un hombre no ha hecho el trabajo de apropiarse y controlar su energía, está dominado por ella. Y sucede porque nadie lo educó, nadie le dijo cómo hacerlo. Construyó su vida sexual empíricamente, pensando que estaba haciendo lo correcto.
ÉLISE: ¿Una recomendación para llegar a una nueva forma de satisfacción sexual?
CHRISTIAN: Sí, especialmente a las parejas que tienen dificultades para vivir su sexualidad plenamente, les recomiendo suspender el sexo con penetración durante un tiempo. Les enseño técnicas de masaje, caricias y meditación orgásmica, que con rapidez les lleva a sentir la fuerte necesidad de volver conectarse con la avalancha de intensas sensaciones. Habrán aprendido consciencia, presencia, lentitud, a respirar juntxs… Y en muy poco tiempo cambia completamente la forma en que se entregan a la intimidad.
Una mujer se sentirá reconfortada al ver que al iniciarse la relación, el hombre no tiene la necesidad apremiante de usarla con el fin de liberar su exceso de energía.
El sexo sin penetración puede ser muy interesante para el principio de una relación. Especialmente para los hombres que sufren problemas de erección debido al uso de condón. Para muchos, el condón es como decir: «Me estoy protegiendo de ti, tú te estás protegiendo de mí» y de allí surge una gran duda y desconfianza. Y esto no ayuda a que la virilidad masculina se exprese en toda su potencialidad y poder. En última instancia, el sexo sin penetración generará confianza, ¡ya que no necesita tales medidas de protección!